Los años 80’s fueron muy duros para el Perú. El conflicto armado entre las fuerzas del Estado y los grupos terroristas nos daban sangre y muertos todos los días en las portadas de los periódicos nacionales. Pero también fue una década donde el rock encontró en el país una popularidad que hasta la fecha no ha vuelto a ser la misma.
Fueron tiempos donde surgieron un sinfín de bandas locales que en poco lapso lograron una popularidad increíble en la población, los que a pesar de toda la crisis social y económica se daban el tiempo de escaparse por unas horas a disfrutar de sus artistas favoritos. Grupos como Río, Arena Hash o Frágil fueron el estandarte de la movida nacional.
Pero todo esto fue en gran parte gracias a dos motivos: la calidad de bandas de países vecinos como Los Prisioneros y especialmente Soda Stereo, y radio Panamericana. Este último como la gran ventana de exposición del rock en un país que estaba prácticamente cerrado al exterior además de inexistente para los empresarios musicales. Si bien ya existían grupos de rock desde años anteriores, si el Perú en algún momento fue aplastantemente rockero fue gracias a esta radiodifusora.
En el caso de Soda, fue uno de los pocos que nos empezaban a visitar con cierta frecuencia, y para noviembre del 86 ya tenían agendadas presentaciones en el legendario coliseo Amauta (presentaciones que incluso tuvieron algunas amenazas de atentado por parte de Sendero Luminoso, lo que afortunadamente no se cumplió). Sin embargo, y a pesar de su tremenda popularidad en los jóvenes de la época, debido a la hiperinflación que sufría el país en esos años, era un reto poder conseguir una entrada.
Fue así que el 13 de noviembre de ese año, la banda y radio Panamericana decidieron emular lo que en algún momento hizo el cuarteto de Liverpool en el 69 , pero cambiando el idioma, el elegante estudio Apple Corps inglés por una humilde radioemisora limeña de alcance local, las pudientes calles de Londres por una gris y depresiva callecita del distrito de Santa Beatriz en Perú.
Gustavo Cerati, Zeta Bosio, Charly Alberti tocaron en el techo de esta radio, con ropa recién lavada y cables de luz pública como decoración, totalmente gratis para todo aquel peruano que tuviera la suerte de caminar por la zona, mientras era retransmitido por las antenas de la radio hasta donde la señal llegue.
Un acto que también sirvió para reforzar ese vínculo tan especial que la banda siempre tuvo con el Perú. Alberti comentó hace un tiempo en una entrevista a Álvaro Torres de conciertos Perú:
“Perú es un país que nosotros queremos mucho. (…) en algún punto me siento peruano. Perú generó mucho al comienzo de Soda. Ahora ahí está lo que pasó en el techo de Radio Panamericana. Tu pasado es parte de tu presente y los recuerdos son más frescos”.
Un hecho simbólico pero que en estos tiempos es recordado con cariño como uno de los poquísimos momentos de paz que tuvo el país que en ese preciso momento estaba en medio del fuego cruzado entre militares y terroristas. Donde nuestros padres no sabían si regresarían a casa y uno de los pocos escapes de la realidad era intercambiar vinilos o casettes y prender la radio a escuchar los especiales, los rankings y las recomendaciones musicales que los locutores de radio Panamericana les daban. La gente dejó de escuchar por unos minutos noticias sobre asesinatos o explosiones y bailó, bailó y se divirtió.
Escrito por: Néstor Raúl Ríos Peralta