A lo largo de la historia del rock, nos hemos hecho a la idea de que este género se toca con parlantes, electricidad, potencia y distorsión, de lo contrario no estamos hablando de rock. ¿Qué pasaría entonces si alguien se decide a romper esto que parece una de las reglas de oro del género? Lo que viene a continuación es una clarísima muestra de cómo el rock también puede desenchufarse, calmar su sonido y aún así seguir siendo poderoso, tanto o incluso más que la guitarra más fuerte enchufada al equipo más grande. No sólo se trata de un disco innovador en ese sentido, sino además que en sí resulta una excelente pieza de arte. Se trata de Babel, el más reciente trabajo del grupo argentino The Unborn.
Con casi 20 años de existencia, The Unborn comenzó su andadura como un grupo de metal gótico, creando así sus primeros discos, de una calidad excepcional que llevarían a la banda a ser considerados pioneros del género e inclusive a compartir escenarios con grandes nombres como The Gathering o Moonspell. Los toques folk fueron convirtiéndose de a poco en una tendencia cada vez más marcada en los trabajos de The Unborn, llegando a tomar por completo la dirección del grupo en su quinto álbum titulado Volviendo a Casa, que dejó a muchos con una gran sorpresa por el cambio estilístico, pero también con un enorme resultado musical, rico en texturas y ambientación que no bajó el nivel de lo hecho anteriormente. Y es así como The Unborn llega a este 2015 incursionando con más profundidad en su sonido folk y gótico, en su sexto disco titulado Babel.
Volviendo al punto de esta crítica, si pensabas que para ser rock había que enchufarse, este Babel viene a probarte que estás en un error. Las diez canciones del álbum dan la sensación de un alma desnuda, de emociones y sensaciones completamente descarnadas, creadas a partir de una magnífica composición instrumental que amalgama a la perfección la malicia gótica y una enigmática belleza barroca. Prueba de esto son las canciones Horizons Méconnus y Ecos del Tiempo, con esas mezclas de instrumentos y estilos que van desde el medioevo hasta el clasicismo sinfónico actual, remitiendo al folclore nacional pero también a las raíces musicales latinas sin perder su toque oscuro. O Metrëm Mew Wekufu y Babel Rises y su viaje preciosista con su poderosa cuota emotiva. The Unborn parecen haber encontrado un nicho agradable en los formatos desenchufados, generando nuevos bríos creativos y mayor y mejor elocuencia a través de la vía acústica bien trabajada con delicadeza y precisión, pero también con corazón y talento de sobra.
Según lo dicho por la propia banda, Babel responde en su hechura a la historia bíblica de la Torre de Babel, edificación que representó la rebeldía humana contra Dios y el consiguiente castigo de las miles de lenguas y el caos de entendimiento entre las personas. Si bien aquí se respeta la presencia de diferentes lenguajes (rumano, español, francés, mapuche, entre otros), no hay tal caos entre las canciones, sino una armonía equilibrada entre los diez cortes del disco, que generan una alternancia musical entre luz y oscuridad. Los mejores pasajes llegan cuando la oscuridad gana esta contienda, como pasa en Memoriile Padurei, uno de los temas elegidos para adelantar el disco. Lo épico y lo grandilocuente toman gran impulso desde la gran carga emocional de los sonidos acústicos, como se puede oír en Luftspiegelungen.
Ciertamente, el final con Une Apparition invita a volver. Y es entonces donde se nota que no hace falta distorsión para que sea rock. Es bastante sorprendente que el disco donde The Unborn más se aleja de sus inicios eléctricos sea quizás, uno de los grandes hitos de su carrera, donde posiblemente más de uno considerará que Babel es el mejor disco de la banda. Motivos hay de sobra, entre las exquisitas capas de sonidos, el suave crescendo instrumental y los pasajes cuasi progresivos, herramientas que The Unborn manejan de manera ideal para exaltar los temas a lo excelso. Quizás para el oyente poco habitual de este estilo resultará un poco difícil de entender, pero Babel merece el esfuerzo, que tampoco es tanto, puesto que estamos ante una verdadera obra de arte que excede los estilos, los esquemas, los estereotipos. Lo único que hay que enchufar son tus auriculares a tu reproductor de música, el resto es dejarte llevar.
Puntaje: 9,40