Luego de la imagen que dejaron con su primera visita del año pasado en Uniclub, había cierta expectativa por su regreso y vaya si la cubrieron…
Abro un paréntesis para felicitar a la productora Originsprod por jugarse y seguir apostando a números de este tipo.
Sinceramente no hay excusas para perderse un show de estas características. El “rock psicopampa” de Knei dio comienzo a la lisergia cerca de las 20:30 hs y ya para ese entonces la gente poco a poco iba copando el lugar.
Los mismos The Flying Eyes estuvieron desde temprano escuchando a los grupos invitados, sacándose fotos y firmando autógrafos sobre las serigrafías, remeras, discos y vinilos disponibles que se encontraban en el puesto de merch ubicado sobre la arista izquierda tras cruzar las puertas de entrada.
Un trío muy ajustado con un sonido impecable de influencia setentosa, especialmente arraigada en el rock nacional de esa época.
A mi entender con momentos muy “Rabiosos” y de “Contraluz” especialmente en la voz y guitarra de Nicolás Lippoli. Completan el grupo Mauro López en bajo y Roberto Figueroa en batería, nuestro Bill Ward zurdo.
Más tarde y antes del número principal llegaría el turno de La Patrulla Espacial. A juzgar por el primer tema, esperaba algo en la misma línea y quizás más psicodélico que Knei. Si bien son patrones que estuvieron presentes en ambos shows, los noté con un aire más cercano al pop que al rock, o quizás de un rock más modernoso, de los años noventa con la influencia propia de esa década, salvando el intermedio con un homenaje a Pappo y los suyos en el día nacional del guitarrista, de la mano de su versión de “Que Sea Rock”.
Sonido vintage si los hay de la mano de dos combos Fender que combinan a la perfección con una Rickenbacker y una Gibson empuñadas por Adam Bufano y Will Kelly respectivamente.La distorsión del bajo por parte de Mac Hewitt resulta contundente y cubre tanto los espacios como el espectro que por momento permiten las guitarras para crear esos climas propios del stoner doom cercano al de bandas como “Sleep”.
La ovación de la noche a mi entender se la llevó Elias Mays Schutzman detrás de los parches. Un metro y medio de pura onda que con su mini set se lució del primer al último tema haciendo a su antojo tantos fills como le fueron posibles.
Me sorprendió de inmediato verlo descalzo y usando solo el hi-hat y un ride como platillos, pero créanme que fue suficiente para dejar a más de uno con la boca abierta.
Acá no existe la parada del rockstar ni la pose para la foto. Es genuinidad a flor de piel, donde los sonidos más extremos acompañan las cabezas sacudiéndose de forma desprolija e incluso torpe.
En el lado opuesto de los estereotipos y clichés del mundo del rock se ubican estos cuatro fanáticos de Jimy Hendrix, Jim Morrison y Black Sabbath que si bien hacen notar sus influencias no caen en la monotonía ni por un segundo.
Cerca de la mitad del show hicieron una nueva canción, nueva en verdad. En las palabras del propio Kelly era la segunda vez que la tocaban, la primera fue el día anterior. ¡Así que orgullosamente la primicia se queda en casa!
Al igual que en su primera visita recorrieron los temas de sus tres álbumes de larga duración; “The Flying Eyes” (2009), “Done So Wrong” (2011) y “Lowlands” (2013) dando paso a los que ya podemos tomar como clásicos “Overboard” y “Under Iron Feet”.
El cierre llegó a cargo de “Yer Blues” donde, hablando de influencias, se dieron el gusto de fusionarla con “I Want You (She’so Heavy)” de The Beatles.
Un show sin desperdicios para repetir una y otra vez. ¡Desde acá, esperamos con ansias su regreso!
Reseña: Marcos Lowi
PH: Flor Conde ( Flor Conde fotografía )
The Flying Eyes
Fotos exclusivas de y para El Club del Rock
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