Force Fest, Capítulo I

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Force Fest | Foto: Tim Drake

Y de pronto vas caminando bajo una intensa tormenta, que si bien perdonó gran parte del segundo día de actividades, mientras a lo lejos aún toca una banda, ya no es Slayer, la legendaria banda de Thrash acaba de abandonar el Telcel Stage, tras de varios giros en los escenarios principales, lo empapado y de la ropa de su servibar, más lo entumido por el frío; hace más difícil el regreso hacia Bebucho, si Virgilio hubiera experimentado este paisaje, sin duda lo hubiera bautizado como el décimo círculo del infierno de la Divina Comedia; pero, ¿cómo llegamos a este punto?

Volvamos unas horas antes…

Antes de que sigas leyendo esta crónica, debes saber que el relato será contado desde dos perspectivas distintas, tu seguro servibar y Tim Drake, enviado especial y colaborador para El Club del Rock.

Era la tarde del sábado 6 de octubre, todos los caminos llevaban hacia Teotihuacán, Estado de México, la euforia por ver en el escenario a bandas como DevilDriver, Asesino, Stone Temple Pilots y Alice in Chains con sus vocalistas sustitutos y el regreso de System of a Down, por nombrar a algunos, auguraba un primer día de hostilidades épico.

Desgraciadamente, la vida de un adulto contemporáneo no perdona ni un evento de tan alta categoría, por circunstancias ajenas a su servibar y su crew, el viaje hacia tierra sagrada se demoró unas cuantas horas. Sortear el tránsito fue lo más difícil, pero éste vino de más a menos en cuanto cruzamos la frontera de Mordor, Ecatepec mejor dicho; con todo y los autobuses de transporte público que por momentos aceleraban y maniobraban al más puro estilo de los War Boys, los pálidos de Mad Max: Fury Road.

Después de dejar la caseta hacia las Pirámides, la adrenalina se podía sentir en el aire, ya solo era seguir las claras indicaciones. ‘Force Fest‘ y una flecha que dejaba ver que no estabas perdido en las inmediaciones del Estado de México, la entidad más grande de nuestro país. Tal vez algunos pudieron equivocarse en cuanto la flecha en vez de marcar hacia el frente señalaba hacia la derecha, curiosamente en una salida de la carretera. Afortunadamente, el retorno hacia el camino no era complicado. No es que me haya sucedido a mi…

Force Fest | Foto: Tim Drake

Tim Drake

La tarde del sábado comenzó a llenarse de riffs con la actuación de Lethal Creation, la banda queretana puso su dosis metalera con esos grandes guitarristas que le dan un punch único a la banda. El vocal, poderoso, dueño del escenario, supo manejar y mover a la gente para crear moshpits, lo pedía y lo obtenía. 

Dándole seguimiento al talento nacional nos fuimos a ver a la bella Anna Fiori y su Metal Sinfónico. La virtuosa, que goza de varios talentos, recibió gran aceptación del público teniendo un escenario lleno, logrando demostrar su trabajo, el cual ya tiene varios años circulando en la escena independiente.

Posteriormente nos fuimos a ver y apoyar el Rock and Roll de Motor, grupo que continúa formando parte de la resistencia, de esa en la que el Rock es cuestión de actitud y rebeldía, sin poses ni baladitas con sintetizadores. Parecía que tendrían poca convocatoria, sin embargo el sonido y esa actitud atrajo a más de un curioso en lo que terminó como un show conciso, cabal y portentoso para sus seguidores  y aquellos que ese día los conocieron.

Continuando con las presentaciones y tras recibir la noticia de la cancelación de DevilDriver, la parada internacional fue con Hatebreed, la carismática banda fue encargada de desatar la lluvia que se apoderó del Force Fest y que no lo perdonaría. Hatebreed incendió uno de los escenarios principales dejando claro que es una de las bandas más infravaloradas, ya que gozan de gran aceptación en cada festival en el que se paran en México, a pesar de nunca contar con un horario estelar.

Force Fest | Foto: Tim Drake

La lluvia, el hambre y la falta de pila en el celular nos hicieron tomar una pausa, para tomar fuerzas, para un cierre que pretendía ser espectacular, y al final, así lo fue.  El turno del Grunge y las bandas noventeras se apoderaron de las tierras de los dioses mexicas.

Súpeg Malou

Faltaba poco, continuábamos en la carretera cuando el sol decidió ocultarse detrás de una enorme nube gris que oscureció nuestro trayecto. Una tormenta comenzó a caer sin remordimiento sobre el camino. Por momentos parecía que granizo pegaba sobre Bebucho. No faltó la vital que dijo “mejor que llueva ahorita que estamos aquí a cuando estemos dentro del festival”. Por fin llegamos a la desviación correcta, la salida hacia el puente ya se veía congestionada en sus únicos dos carriles. Google Maps señaló que estábamos a escasos cuatro kilómetros, con la carga vehicular a 30 minutos de arribar al Campo de Golf Teotihuacán. Con algo de suerte veríamos la presentación de Asesino.

La lluvia no cesaba, en su desesperación, algunos metalheads abandonaron los autobuses y comenzaron a caminar hacia la entrada del festival, sin importar la mojada ni que de pronto algunas patrullas hicieran del borde derecho del camino un tercer carril para poder avanzar, algunos lugareños aprovecharon la situación y desde ahí ya vendían micheladas. Ya habían pasado los 30 presuntos minutos para llegar y apenas avanzamos algunos metros.

Siguieron transcurriendo los minutos y a vuelta de rueda, a lo lejos y como si fuera un paraíso en medio de la devastación, se vislumbraban los escenarios, el jugueteo de los estrobos y sonaban algunos guitarrazos como fondo. Sin darnos cuenta, de pronto ya estábamos a algunos metros de la entrada al lugar. De hecho, media presentación de P.O.D. la tuvimos que disfrutar desde la carretera. 

Un par de maniobras -también al estilo Mad Max, bueno no-, y llegamos hasta la entrada del estacionamiento. Aunque había lugar, un hombre maduro, con algunas canas dibujadas sobre su cabellera, nos dijo que el estacionamiento estaba lleno que lo mejor era avanzar y estacionarse sobre un lugar “macizo”. Siendo extraños en tierra extraña, avanzamos y dimos vuelta en una calle pequeña, cuando de pronto un par de adolescentes le ofrecieron a su servibar un lugar para estacionarse.

Tras una breve persecución entre la gente que caminaba hacia el festival y algunos puestos ambulantes con parafernalia y otros con comida, llegamos a un terreno donde por fin pudimos aparcar. La lluvia ya nos había robado un par de horas de festival en tan sólo cuatro kilómetros. 

Llegó el momento de avanzar hacia la entrada del Force Fest. Aún la voz de Sonny Sandoval se escuchaba de fondo cuando descubrimos la razón por la que el acceso al estacionamiento ya no fue la mejor opción.

La lluvia provocó que el terreno se convirtiera en un lodazal. Desde ese momento, la incesante lucha por moverse de un lado a otro durante el festival comenzó. La inminente llegada de todos los varados en la carretera hacia la entrada principal comenzó cual éxodo bíblico. 

Los miembros del staff trabajaban a marchas forzadas para identificar los tipos de boletos y continuar con la entrega de pulseras que identificaban a los VIP’s de los Preferentes y los Generales. Conseguir dichas pulseras, con las que también consumirías alimentos y bebidas dentro del lugar fue la segunda hazaña de la tarde, todos querían la suya, aunque otros estaban formados y ni siquiera sabían para qué. Era una locura total mientras Code Orange ya se encontraba sobre los escenarios principales.

Tras cargar dinero a las cashless, conseguir un trago, y de paso el vaso conmemorativo fue la siguiente misión, curiosamente, el vendedor sólo cobraba en efectivo, algunos dicen que el caos de la lluvia también se había llevado la señal de las terminales para cobrar con las pulseras. 

En un parpadeo, la gris tarde se tornó en una oscura noche, el lodo, que también estaba dentro del terreno del festival, hizo difícil llegar hasta los escenarios principales para ver a Bush, quienes a pesar de no haber pisado suelo mexicano en algún tiempo, salieron a dar un show de calidad para todos aquellos que se encontraban, una vez más, bajo una tenue lluvia. 

Tanto prendieron a los presentes, que no faltaron los loquillos que comenzaron a slamear. Obvio durante su baile se resbalaban y caían, algún gordillo totalmente perdido ni metió las manos y tras de levantarse, su sangre se confundía con el lodo. Algunos festejaron su golpe, ya que mientras bailaba, salpicaba de lodo a todos alrededor. Sí, los zapatos o tenis ya no eran lo único lleno de tierra y agua.

Mientras las hostilidades continuaban, el terreno y clima no daban tregua, los caminos entre los seis escenarios, zona de comida, baños y demás atracciones estaban completamente inundados en lodo, mientras el clásico chipichipi no paraba de caer entre muchos que ya de plano se divertían, otros aún no podían creer lo que estaba sucediendo. 

Mientras todos experimentaban la locura del décimo círculo del infierno, Sacred Reich ya desbarataba el Monster Stage, al mismo tiempo que Come Back Kid y Los Viejos. El Telcel Stage ya se engalanaba con los Stone Temple Pilots y su vocalista que si no es un clon del finado Scott Weiland, sí lo imita casi al pie de la letra. 

La hora mágica para los melancólicos del Grunge apenas comenzaba, ya que el Main Stage 2 no bajó sus expectativas con Alice in Chains quienes en un despliegue de calidad musical, dejaron una barrera difícil de romper en la velada de un día frenético, mientras Carcass y NOFX hacían lo propio en las inmediaciones del Campo de Golf Teotihuacán.

Tim Drake

Sin entradas espectaculares, con pura actitud y esos movimientos Jaggerescos, el hermético fantasma de Scott Weiland -o por lo menos eso es lo que parece Jeff Gutt al presentarse con el grupo-, apareció en el centro del escenario con sus gafas y su poderosa voz entonando Crackerman, seguido de Wicked Garden de su álbum debut, Core; para así mover a un empapado Force Fest que pedía fuego a gritos.

A pesar de las circunstancias mencionadas, nada le impidió a los fanáticos de la banda entonar los himnos de Big Empty y Plush. Obviamente, y con el coro a todo lo que da, con su dosis de cervezas correspondientes, Interstate Love Song desató la nostalgia en los asistentes provocando hasta lágrimas en algunos.

Trippin on a Hole in a Paper Heart sería el cierre perfecto, pero los californianos entregaron Sex Type Thing para cerrar un show brillante y entregarle la estafeta a Alice in Chains.

Alice in Chains no gozó del lleno que se vivía en el otro escenario, pero se entendía que en su mayoría, los más jóvenes y asistentes en general se preparaban y acomodaban para ver a System of a Down. Sin embargo, los de la old school nos fuimos a gozar de una cátedra de Rock and Roll con una de las agrupaciones más emblemáticas de los noventa. 

En cuanto Jerry Cantrell y compañía tomaron el escenario, nadie pudo quitar la vista de encima a este grupo que ha encontrado en William DuVall a un gran frontman, para llenar los zapatos de Layne Staley. Pocos entendían, entienden o entenderán el secreto de esta banda, que como muchas agrupaciones de aquella época, no pudieron alejarse de la sombra de Nirvana o Pearl Jam, pero, sin duda, no le piden nada a los mencionados. 

Letras llegadoras, desgarradoras, melancólicas y nostálgicas hicieron que fuera un show digno de cerrar cualquier festival. Gran concierto, podría decir que solo para fans, pero fue una clase para muchos que no tenían el gusto de conocerlos y quedaron impactados. Mención honorifica para el show de luces y visual, asombroso.

Force Fest | Foto: Oscar Cruz

Súpeg Malou

Algunos cansados, otros tal vez apenas ingresando y muchos más impacientes, comenzaron a cantarles a los armenio-americanos para que salieran a cerrar el día. “Oeee Oeee Oeee… System… System…” retumbaba cerca de las pirámides.

Tras una pequeña prueba de luces, John, Shavo, Daron y Serj tomaron el escenario en medio de una ovación. Innervission de Steal this Album! fue el primer platillo de lo que sería una brutal sesión. Prison Song, I-E-A-I-A-I-O, el intro de Soldier Side, B.Y.O.B. y U-Fig desataron los mosh pits a lo largo de todo el lodazal, una capa de vapor producida por los saltos de todos los presentes se mezclaba con el aire frío.

El cuarteto, si bien no cuenta con material nuevo, demostraba sobre el escenario que no necesita de éste para desatar una locura desproporcionada en fanáticos de la vieja escuela y otros que apenas comienzan en este maldito y delicioso vicio/amor de la música/conciertos.

El recital de los Kombucha Mushroom People continuó desatando toda clase de emociones, desde los que viven a flor de piel la consciencia política, los que critican el consumo y comercio descomunal de drogas o el intervencionismo militar por parte de otras naciones con el fin de beneficiarse a través de la economía de la guerra. Así de intenso estaba SOAD con canciones como Violent Pornography, Aerials, Mr. Jack, Deer Dance, Dreaming, Needles, Radio/Video, Hypnotize, ATWA y Bounce.

Force Fest | Foto: Oscar Cruz

A esas alturas de la noche, ya muchos presentaban claras señas de cansancio y frío, otros, como el caso de su servibar, por momentos viajaron en el tiempo, a una época en la que a los 16 años no importa nada más que escuchar música. Un poco de esa vitalidad vino a la versión chavorruca del servibar de hoy y lo incitó a seguir cantando y saltando. Suggestions, el himno de P.L.U.C.K., Psycho, Chop Suey, Lost in Hollywood, Question!, Lonely Day, Know, A.D.D. y Spiders continuaron con  lo que ya era un recital de ensueño e histórico para la fanaticada mexicana.

Hasta ese momento, la banda originaria de Los Ángeles había estado taladrando sin parar, como en sus inicios, como si fuera 1998. A pesar de experimentar problemas con el juego de luces que tanto le costó al staff montar, así como la proyección de video, la banda simplemente no escatimaba en intensidad.

Pero vino un momento de respiro, para todos los que estábamos allí, excepto para el pirado de Daron Malakian, quien comenzó a recitar su balada a su “Cock”, aquél juego de palabras entre su miembro y la alusión a la cocaína. El respiro vino a bien para desatar la furia una vez más con Cigaro de fondo. War?, Science y Suite-Pee continuaron, presagiando el final…

Uno de sus más grandes sencillos, la canción que bautizó al álbum más exitoso del grupo comenzó a retumbar en los altavoces que, de milagro no habían tronado con tanta lluvia y la entrega de los de ascendencia armenia. Toxicity convocó a los mosh pits una vez más, así como revivió a los que ya no sentían las piernas y dejó aún más afónicos a los que habían estado cantando por cerca de dos horas. Toxicity retumbó todo Teotihuacán.

Sin decir agua va, Tankian y compañía soltaron Sugar, de su pieza homónima y, por lo menos para su servibar, el mejor material de System of a Down. La bizarra y estrepitosa canción sirvió como broche de oro para una interpretación como pocas se han vivido en el país y contadas de su humilde servidor. 

La presentación de SOAD hizo olvidar el momento de desesperación tras la lluvia y los estragos causados por ésta. Como diría Skitchy en The Longest Yard: ¡valió cada maldito segundo!

Tras despedirse aún más ovacionados de lo que fueron atraídos al escenario, los cuatro armenio-americanos desaparecieron hacia el backstage, mientras los miles que decidimos esperar hasta el final, comenzamos a deliberar la mejor manera para sortear el tránsito de autobuses y vehículos que querían llegar a la carretera por las estrechas calles del pequeño pueblo. 

Algunos decidimos esperar algún tiempo, comer alguna quesadilla o tacos de algunos puestos alrededor. Al mismo tiempo, algunos autos quedaron atascados dentro del estacionamiento y que tuvieron que ser remolcados por tractores. Mientras esperábamos, replanteábamos la estrategia del día siguiente, faltaba aún muchas bandas y sobretodo, el regreso de Rob Zombie y la despedida de Tom Araya, Kerry King y compañía.

¿Frío? ¿Cansancio? Sí, sin olvidar los zapatos llenos de lodo. Pero ¿qué demonios? Somos metaleros y aguantamos eso y más.

Continuará…

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