El paraíso fue hecho para corazones tiernos; Radiohead, para los corazones sin amor. Está claro que el título es solo un juego que me atrevo a jugar cuando estoy seguro de lo que escribo. Mi vida sigue normal; aunque algo mío quedó en el estadio después de la última canción. Se cerró otro capítulo, se saldó otra deuda, abrí brevemente y volví a cerrar el círculo. No quise ponerme triste en esa despedida, una despedida era necesaria para volver a reencontrarme…Y un reencuentro, después de un momento o después de toda una vida, era algo inevitable. Yo me perdí, escuchaba una voz de fondo, veía toda una paleta de colores donde predominaba esa aura azul violeta que te transmite tranquilidad, paz, dependencia emocional y silencio… todos guardaban silencio. Creo que experimenté la muerte por un instante, la desaparición. De verdad, lo que se sentía en el ambiente era algo que escapaba de cualquier droga. Era plenitud. Viví en un Déjà vu constante durante todo el concierto, cada canción me transportaba a un momento diferente de mi vida; no eran solo recuerdos, era algo mucho más fuerte. Tal vez solo estaba delirando por los herbívoros que tenía al lado, su infortunada presencia hizo que me aleje un poco (muy a mi pesar); quería evitar cualquier distracción. Era suficiente con Thom.
Desde hace un buen tiempo he descubierto que la paso mejor cuando voy a un concierto en soledad, te concentras en quienes tienes al frente y no por el o la que tienes al lado. Prefiero molestar con la verdad y no complacer con adulaciones, es lo que siento. Normalmente trato de cuidar los adjetivos y no caer en la exageración fácil y amarillista. Lo siento pero ver a Radiohead ha sido algo superador en mi vida. Las desgracias imprevistas hieren más fuertemente y es por eso que yo me había hecho la idea de que no tocaría ni la mitad de canciones que deseaba escuchar, quería prepararme para no sentirme frustrado al término del espectáculo; Epicuro dijo alguna vez: “No eches a perder lo que tienes, deseando lo que no tienes; recuerda que lo que tienes ahora, fue una vez, cosas que solo deseabas”, Yo estaba en el concierto, Radiohead estaba a unos metros, no podía ser tan exigente ni caer en la injusticia de querer más. Una picardía absoluta que tocaran casi todas las canciones que deseaba, estuve a una canción del éxtasis… menos mal no tocaron My Iron Lung, sino todavía estaría en el estadio ¡Pero qué importa! Este concierto no se me olvida más; con todas sus imperfecciones. No sé si fue la noche más feliz de mi vida pero sí sé que la voy a recordar hasta el último aliento. Es semejante a hacer el amor con la persona que amas por primera vez, probablemente no sea la mejor experiencia (si es que las comparas con las siguientes veces), pero son especiales. A mí nadie me la va a contar, yo lo vi a Thom detenerse en pleno Karma Police y admirar al público, ver cómo coreaban todo y por dentro pensar (este pueblo al sur de América sí que los ha sorprendido). Pude ver la sonrisa en su rostro durante todo el concierto (salvo una que otra pataleta de Thom hacia Jonny, como es de costumbre) podría apostar mi vida a que no se esperaban que corearan hasta los riffs de bajo (Paranoid Android). Se veían entregados mientras observaban un estadio entero coreando los solos y riffs de Jonny Greenwood, al mejor estilo de plazas históricas en Brasil y Argentina ¡Lo que tocó Jonny Greenwood!, por el amor de Dios, ese tipo está enfermo. Es un crack; polifuncional, un multinstrumentista propio de la música clásica europea. No le quiero restar mérito a los demás (Ed O’Brien, Colin Greenwood, Phil Selway), pero lo que ofrecen Thom y Jonny es anormal.
No me gusta ver las cosas a través del mejor cristal. Es ir en contra de mis principios; como cuando critico a los presentadores de noticias por hacerse los indignados al informar que subió el pasaje del metropolitano o porque el sueldo mínimo no alcanza para mucho. Ellos se mueven en autos de alta gama y no ganaron el sueldo mínimo ni cuando fueron practicantes. Esa falsa empatía es lo peor, pero no me quiero desviar del tema. No se puede hablar de algo que no se ha vivido. Yo creo que fue un concierto ¡De putamadre! porque estuve adelante, no le encontré ningún desperfecto a la organización. Ahora, yo no puedo ser tan soberbio y dar una sentencia absoluta de ese tipo, cuando no sé cómo la pasaron los que estuvieron en tribuna norte (leí quejas de sonido, iluminación y otros factores más). Porque si llueve, nos deberíamos mojar todos.
Tenía pensado enlistar y contar el pasaje de cada canción del set list, pero siento que el VIAJE EMOCIONAL no provocaría el mismo efecto, me demandaría mucho tiempo y al lector del artículo tampoco le importaría mucho. Los que nos tuvimos de compañeros en coros y llanto en el campo A, sabemos que Radiohead hizo lo que quiso con nosotros. Esos triángulos melódicos (All I Need, Pyramid Song y No Surprises) de la lista nos mandaban al inframundo para posteriormente elevarnos al séptimo cielo, con a penas una canción de distancia.
Eligieron Karma Police para despedirse y decidí irme, era mucho, no se podía soportar. Sé que con esa canción cierran conciertos y yo soy un especialista en evitar despedidas. Tengo grabado cada rostro que veía mientras me alejaba del escenario, más de uno tenía las mejillas mojadas. Sin dudas, era el concierto más importante de nuestras vidas. Me fui del estadio con las mismas ganas que ingresé; espero que puedan volver y si no lo hacen, no hay drama. Ya les robamos 2 horas de su vida. Confío en que el Policía del Karma hará justicia.
Imágenes: El Comercio