Death metal entre lo clásico y lo moderno en Aṇaṅku, primer disco de Serpent Ascending

ananku serpent ascending

Portada de Aṇaṅku, primer larga duración de Serpent Ascending, creada por Veera Pitkänen.

Eso del ‘revival’ en la música resulta un fenómeno que, cuanto menos, merece atención. Desde la recuperación del vinilo y el cassette, el llamado ‘glo-fi’ o ‘hypnagogic pop’ y su querencia por los ochentas, las grabaciones analógicas, hasta la cantidad de bandas que comienzan a desfilar con la etiqueta ‘old school’, nos encontramos una y otra vez con un suceso que, si bien puede no ser mayoritario aún en la música, da más ejemplos a cada año. ¿Qué sucede entonces con el disco que analizamos aquí? Que resulta un ‘revival’ traído a la actualidad, no tan solo una muestra más de la nostalgia. Un ‘old school’ que entiende que no puede serlo todo el tiempo, sino que también abraza a las posibilidades del presente. En clave death metal.

Serpent Ascending, proyecto del finlandés Jarno Nurmi, conocido por su aporte a través de Desecresy o Cosmic Church, lanzó el mes pasado Aṇaṅku, el primer larga duración de su entera creación. 8 temas para una placa de 30 minutos, lo que se dice un disco corto en términos de metal, o más bien en el death que curte Serpent Ascending. Y es ése precisamente uno de los puntos que podría criticársele a Aṇaṅku (I, Voidhanger Records, 2016), porque el excelente resultado deja con ganas de más. Death metal desafiante, con trazas de black y pasajes profundos mezclados con violentos riffs y voces cavernosas, rescatando los viejos días del género pero trasladándolos a nuevos bríos del hoy.

Que de entrada, un disco te haga volar los oídos es un arma de doble filo, porque puede ser seña de un gran trabajo, o hacer que las demás canciones palidezcan al lado de la apertura. Entrance, que abre Aṇaṅku, hace lo primero, allanando el camino a base de guitarrazos y momentos destructivos black, marcando el signo de la placa: un estilo que si bien respeta las normas del death clásico, se anima a jugar con cierta profundidad, con lo corrosivo del black e incluso con bases y ritmos no muy propios del género, como sucede en Rivers Of Lava. Y si además mantiene la coherencia a lo largo de las canciones, cerrando con una pieza impresionante como Male Atavism, no hay más que hacer que dejarse llevar por el disco.

Yendo a lo que toca afirmar, no es precisamente Aṇaṅku la obra que viene a reconfigurar el death metal actual, pero sí es una voz en este inmenso panorama que plantea otras formas de hacerlo. Los planteos de Nurmi, por momentos coqueteando con lo melódico y con lo extremo, entremezclando con formas repetitivas pero deslumbrantes y dejando grandes espacios sin letras, son definitivamente una diferencia con la gran mayoría de las obras que se hallan hoy por hoy en el death, incluso en el mismo metal. Que existan piezas como las que dan nombre al disco con matices intensos entre el doom y el blackened death, la cortísima pero pesada Northern Delirium, o Karelides con su pequeña letra y sus penetrantes melodías, es prueba de que Serpent Ascending juega en un nivel distinto al de sus contemporáneos.

Sin quebrar del todo los preceptos del death metal, Jarno Nurmi los cohesiona con su peculiar perspectiva, que sin dejar de lado lo abrasivo, se abre también a facetas más expresivas e incluso al gusto por el disfrute auditivo, generando así una obra equilibrada con mucha contundencia, pero sobre todo prometedor de lo que se puede lograr en el género. Es posible que no sea el mejor disco de metal del año (o sí, quién sabe), pero lo importante de Aṇaṅku es que plantea otras formas de tocar metal, sin necesidad de recurrir a los consabidos recursos vocales o instrumentales. El pasado y el presente combinados pueden ser el futuro de todo lo que conocemos por metal, tan predispuesto a innovar. El camino que abre Serpent Ascending es uno que debería ser tomado en cuenta más seguido.

Puntaje: 8.75

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