Muse – Drones: La banda a control remoto

Muse Drones

Portada oficial de Drones, nuevo álbum de Muse. Fuente: Google Imágenes

La modernidad (o posmodernidad, según desde qué punto filosófico lo veamos) trae últimamente cambios que parecen llegar para quedarse. En la década pasada vimos el amanecer del iPod, la aparición de Facebook y su rival Twitter, celulares ‘inteligentes’ (y la gama de electrodomésticos ‘inteligentes’ como televisores, relojes y demás), y un sinfín de etcéteras tecnológicos. Uno de los más comentados y lamentables es el surgimiento de los drones, utilizados en conflictos armados para minimizar las bajas del ejército invasor, pero que por esas desgraciadas idas y vueltas de la vida, ahora se han convertido en juguetes de uso cada vez más extendido. Y es este singular artefacto el que motivó a uno de los grupos de rock más importantes de la actualidad. Lo curioso es que tal iniciativa transformó a la banda en otro accesorio, de la misma manera que los drones pasaron de ser un arma a un aparato cotidiano: de Muse, banda poderosa de rock que llena estadios, a un grupo manejado por control remoto.

Un poco de contexto viene bien para entender esto. El trío británico Muse, desde los inicios del nuevo milenio, viene entregando dosis de buen rock con adelantos técnicos incluidos en sus innovadores instrumentos y en un sonido potente e intervenido para bien por máquinas. De esa manera, la banda liderada por Matthew Bellamy marcó un camino de arenas enormes llenas de fanáticos, guitarrazos rabiosos de locura y ritmos poderosos. Hasta que se les dio por explorar otras influencias, como el pop más mainstream y las tendencias electrónicas más recientes. Así llegamos a este 2015, con un Muse que cosechó grandes rechazos de parte de seguidores más fervorosos y nuevos aplausos de quienes abrazaron esta apertura a la total masividad del grupo en The 2nd Law y ahora más claramente en este Drones.

Pese a quien le pese, cuesta entender que Muse, uno de los grupos más relevantes de inicios de milenio, protagonista por tener una propuesta única y propia, haya caído preso de su propia fórmula, pero es la verdad. Tal cual se leyó más arriba: una banda a control remoto, manejada por las discográficas; las expectativas de un público no necesariamente rockero pero que ahora sigue a Muse; y por la banda misma. Y si no me creen, ahí está Mercy, posiblemente una de las peores canciones del trío, y no por composición, sino por ser la muestra perfecta de que se amoldaron a la industria musical, a lo que la gente quiere de ellos y a lo que los mismos músicos creen que debe ser una canción de Muse. No es tampoco exagerada la comparación entre Mercy y Starlight, así como el parecido de Psycho con Uprising. Muse busca complacer en vez de crear algo distintivo, y eso también implica complacerse a ellos mismos.

Pero que no panda el cúnico. Sí, hay rock, y del bueno. Muse será ahora una maquinaria de canciones en serie, pero al menos funciona a la perfección, tal como lo demuestran Psycho, The Handler y Reapers, tres de los seis adelantos de Drones. Los otros tres, Dead Inside, Mercy y Defector son el Muse comercial. Pero estábamos hablando de que hay rock en Drones y lo hay, lamentablemente no con la misma contundencia de años anteriores ni con ideas nuevas; sin embargo hay guitarras para disfrutar. El problema está en que el discutido The 2nd Law también tenía poderosos temas, y aún mejores que aquí. Qué decir de The Resistance. El problema está en que a Muse parece estársele acabando las ideas, aunque por suerte lo poco creativo sigue funcionando.

Hay otro detalle a tener en cuenta para entender al séptimo álbum de Muse. Estamos en presencia del disco más político y crítico del trío, pero al mismo tiempo del más monolítico en cuanto a letras. Se comprende y agradece el esfuerzo de Bellamy por advertir al mundo de la amenaza de los drones, pero sus letras caen fácilmente en la repetición y en ciertas teorías conspirativas y alegatos de rebeldía massmediática. Todo este asunto de letras trae aparejado otro inconveniente, que así como las letras son más estructuradas que nunca, las canciones también. Muse cayó en su propia trampa, y capituló ante el ‘verso-coro-verso-coro-puente-coro final’ que tanto caracteriza al rock de la radio. Seguramente, influencia de las ‘majors’ de la industria musical, pero más de las nuevas hordas de fanáticos que no necesariamente son de signo rockero.

Repito, Muse sabe cómo hacer que hasta sus propios errores suenen bien (como en Defector), pero Muse era algo más, era algo único, era algo distinto. Y si a eso le sumamos que cuando trata de hacer algo novedoso peca de flojo, se hace evidente que la banda tiene problemas. La balada Aftermath y el intento de rock progresivo llamado The Globalist resultan, a pesar de los obstáculos, los pasajes más honestos de la banda, liberados de las presiones por encajar para las masas y las exigencias de la industria. Ambas canciones también sirven de ejemplo de que cuando Muse quiere, realiza algo emocional, conceptual y vibrante a la vez. Sin embargo, el foco de Bellamy y compañía parece ser engrandecer su propio culto en vez de la fidelidad a su propia visión artística.

Al reseñar a Scar Sighted de Leviathan, me pregunté ‘¿cuál será el próximo paso del grupo?’. Tal pregunta da miedo cuando se trata de Muse. The 2nd Law encendió alarmas que Drones sólo profundiza. Si bien es el disco más dramático y cinemático de Muse, también es el que exhibe sus más grandes errores y el que expone a los músicos en una necesidad de ser aceptados por sus jefes en Warner y por una audiencia nueva y en grandes casos ajena. Las enormes y habilidosas guitarras están, el tronador bajo y la dinámica batería también. Pero Muse quiere encajar, no ser mejores. Y es así como gestaron este Drones que, sin ser un mal álbum, tampoco es precisamente grandioso y posiblemente sea el peor hasta la fecha. Aunque a fin de cuentas, Muse siguen su propia directiva cuando en el final de The Globalist dicen ‘Yo sólo necesitaba ser amado’. Muse necesita ser amado, como si no lo fueran ya, y por eso intentan con la electrónica barata, el rock AOR y los trucos para estadios (léase Mercy). Drones es la postal de una banda a control remoto funcionando. Ojalá en el futuro no sea más así.

Puntaje: 6,30

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