Morrissey – World Peace Is None Of Your Business: Más Morrissey que nunca

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Que Morrissey es un personaje por demás excéntrico y extravagante, no es una novedad. Que su último disco, World Peace Is None Of Your Business, sea otra declaración de sus múltiples principios, tampoco. Sin embargo, hay razones para hablar de lo que es su última producción, el décimo álbum en la carrera del mancuniano ex-The Smiths: por mencionar la principal, que es el disco de Morrissey más Morrissey que ha hecho en más de 25 años como solista.

Así podemos interpretar a este álbum, a pesar de que suene redundante. World Peace Is None Of Your Business resultó ser el disco con el que más fácilmente se puede identificar lo que es Morrissey. Sus principios como vegetariano, como persona contraria al casamiento, como aguerrido crítico de los parámetros de masculinidad actuales, entre otros postulados del pensamiento Morrissey, están aquí presentes de una forma increíblemente explícita, en un trabajo de 12 canciones que significó su llegada a Harvest Records (que a apenas semanas de lanzado el álbum ya echó al cantante de su catálogo) y que anticipó con icónicos videos de spoken word.

Morrissey, rockero como pocas veces

Vamos por partes para comprender por qué World Peace Is None Of Your Business es tan significativo para entender al mismo Morrissey. Con una banda sonando más ruda y agresiva que desde hace mucho tiempo, suenan las dos primeras canciones, World Peace Is None Of Your Business con un alegato hacia las bandas que no buscan más que entretener a su público en lugar de hacerlos tomar conciencia, y un potente y abrasivo discurso sobre no tener hijos en Neal Cassady Drops Dead (así como lo hizo en I’m The End Of The Line). Musicalmente, aquí está el ADN de las doce canciones: rock directo, sin muchas concesiones, haciendo ruido controladamente, sin desbocarse pero sin dejar resquicio a la duda de una renovada bronca de Mozz, listo y dispuesto para arremeter contra la sociedad mundial por lo que el cantante considera sus crímenes con su voz casi intacta.

Ahondando en el detalle meramente sonoro, parte de esta agresividad va por cuenta del productor Joe Chicarelli, quien puso a las guitarras de Jesse Tobias y de Boz Boorer (presente en la banda de Morrissey desde el clásico Your Arsenal) en un lugar preponderante, en lo que parece ser un conflicto de instrumentos en donde las guitarras dominan el terreno pero los teclados del nuevo, Gustavo Manzur, saben hacerse su lugar, la batería es correcta y más atrevida que poderosa, y el bajo tiene todas las de perder, si bien resulta notoria su presencia. Sin embargo, esto que parece ser un caos instrumental, es bastante ordenado, a veces demasiado, y ganando en diversidad melódica gracias a la incorporación de elementos como trompetas, trombones, castañuelas, guitarras flamencas, algo de violín y una presencia mayor de los teclados a cargo del excelente multiinstrumentista Gustavo Manzur, quien se puso al frente de todas estas nuevas herramientas musicales, nunca antes presente con tanta preponderancia, dando una identidad más latina y española al álbum. Definitivamente el fichaje de Manzur da un aire fresco que le faltaba al cada vez más creciente quietismo de la dupla Tobias-Boorer.

‘No soy un hombre’: Morrissey visceral

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Así como el disco gana en diversidad sonora, pierde su sonido orgánico, también en parte por la producción. Si bien los instrumentos no se sobreponen y se escuchan bien, muestran uno al otro sus aristas para apoderarse cada tanto del lugar principal, pero también esto es consecuencia de un Morrissey que no deja cadáveres en sus letras, llevando al paroxismo su propia ideología: historias llevadas al extremo como las de Staircase At The University (una estudiante que se suicida por la presión familiar en sus estudios) o Smiler With Knife (una situación de erotismo con personajes de ladrón y víctima); o letras bien prototípicas de su rechazo a la sociedad (Earth Is The Loneliest Planet) o de su defensa de los derechos de los animales (‘el luchador de toros muere/ y nadie llora/ porque todos queremos que el toro sobreviva’ en The Bullfighter Dies).

Con una banda sonando fuerte y una voz dramática y delicada con letras punzantes, más visceral que de costumbre, la primera parte del disco es más ruidosa y rabiosa pero más accesible. Luego de Kiss Me a Lot (posiblemente la canción más lujuriosa de una persona que aclaró que para él el sexo es ‘un desperdicio de energía’), el álbum entra en una recta final con cuatro canciones más sencillas pero con melodías más extrañas al estilo del álbum Kill Uncle, aportando melodías menos encorsetadas y una búsqueda sonora más amplia pero menos distorsionada y aún más extraña. De esa manera cierran Mountjoy, una melancólica y dulcemente triste balada a la vida en la cárcel del mismo nombre, y Oboe Concerto, un cierre lento pero solemne y concreto, sin detalles de más.

Cinco años pasaron desde aquel justo y correctísimo Years Of Refusal, y Morrissey parece haberse dejado las ganas de hacer un disco tan solvente y sencillísimo. World Peace Is None Of Your Business es todo lo contrario, una demostración de sí mismo como si aún necesitara hacerla, con momentos pop muy eficaces como Kiss Me a Lot o The Bullfighter Dies, pero sobretodo con una impronta muy rockera y melodías por fuera de lo común, situando al disco como un posible sucesor del incomprendido Kill Uncle. Es Morrissey demostrándose a sí mismo de qué es capaz a sus 55 años, quizás con más rodeos, no siguiendo tanto su particular vena pop, encontrando una banda aliviada por los aportes de Gustavo Manzur pero encasillada por los guitarristas Jesse Tobias y Boz Boorer, y alcanzando picos fantásticos como la guitarrera Istanbul, la totémica, solemne y tipo himno I’m Not a Man (una de mis preferidas de toda la discografía), la tétrica y delicadamente lúgubre Smiler With Knife o Mountjoy siguiendo las directivas de la preciosista Seasick Yet Still Docked de 1992. Morrissey sonando a Morrissey, no suena para nada mal. Quizás no sea el mejor Morrissey, o el que más le guste a todas las personas que lo siguen. Pero Morrissey nunca es el mismo, y sigue siendo él mismo, esta vez más que nunca. Y se agradece.

Puntaje: 8

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