Matalascallando presenta el ep ‘Fim de férias’: el músico orquesta y la red invisible de la creación

Nacido en Perú pero basado en Portugal, el proyecto liderado por Bruno Angulo presenta un nuevo trabajo discográfico bajo el sello de A Tutiplén Récords

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La historia del rock se alimenta de la figura solitaria: el individuo en el garaje, la musa descendiendo sobre el artista aislado. Matalascallando, el proyecto de Bruno Angulo, parece cumplir con este ritual. Un músico peruano, operando desde Portugal, gestando un slacker rock íntimo con una máquina. Sin embargo, esta aparente soledad constituye una ficción operativa. La verdad profunda del EP Fim de férias radica en la colaboración. El trabajo creativo en el siglo veintiuno sobrevive únicamente por medio de redes de apoyo, una ecología de talentos.

Angulo funciona cual epicentro de una constelación. Su visión personal requiere satélites precisos para manifestarse. Diego Samos aporta la textura rítmica con su bagaje en el hip-hop, una elección que no obedece al capricho, sino a una necesidad geométrica para darle peso al indie. El ilustrador Rubén Leite construye la mitología visual del proyecto. A Tutiplén Records, cual ancla histórica, se encarga de situar el documento en la línea genealógica de la música peruana con sentido y permanencia. La convicción de uno se sustenta en el engranaje de muchos.

La música del EP, ese pop lo-fi que se nutre de la melancolía de Los Zapping y la estructura de Stereolab, se convierte entonces en un protocolo de intercambio. Cada canción, cual “fotografía de emoción”, es el resultado de un diálogo invisible entre el músico, su productor distante y su editor. Canciones como “Diferente” y “El fuego dorado” no son meras composiciones; representan pruebas de concepto de la economía creativa moderna, donde el artista se convierte en un curador de su propio equipo.

Fim de férias no se limita a ser un disco más sobre el fin de ciclos. Resulta una lección práctica sobre cómo un proyecto unipersonal puede alcanzar la complejidad y la supervivencia. Demuestra que la verdadera madurez creativa significa delegar, confiar y construir una red que soporte la intensidad de una idea. Matalascallando se valida por la calidad de sus piezas y por la inteligencia de su estructura de apoyo distribuido.

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