A esta altura, cada álbum nuevo que viene de parte de Charly García pasa por dos procesos: primero, que sus trabajos se conviertan en eventos que competen a todo el espectro musical argentino, eventos imposibles de ser pasados por alto habida cuenta de que se trata de una de las figuras más importantes de la música argentina, aún cuando existe un riesgo de fracaso por su alejamiento del toque comercial-masivo de sus primeros trabajos como solista. Lo segundo, es que cada nuevo disco de Charly recibe automáticamente el mote facilista de ‘el mejor disco de Charly desde La Hija de la Lágrima’. Curioso es que en Random, Charly busca sacarse esta última loza de encima, con un disco que, si bien un buen álbum, no genera tanto brillo como antes.
Después de una larga espera que ya parece ser costumbre (siete años desde Kill Gil, lo mismo que después de Rock & Roll Yo), volvió Charly con Random (Sony, 2017), lo que parece ser una muestra de signos vitales aún funcionando. A la vez, resulta el disco que transmitirá alivio a sus seguidores, puesto que su faceta ligera y solvente corta con lo turbio y experimental de sus trabajos anteriores, marcados por la decadencia personal pre-rehabilitación. Random es, entonces, el disco que muestra a un Charly García despojado de su locura autodestructiva, relajado y con ganas de disfrutar.
Si bien Random viene a devolver la confianza en la fanaticada, cada vez más preocupada por discos como Influencia o Kill Gil, crudos y sin el gancho efectivo marca de la casa, tampoco es la octava maravilla. No es por suerte el desastre que presagiaba el sencillo La Máquina de Ser Feliz, que sin ser una mala canción, no está a la altura del hombre del bigote bicolor. Instrumentación florida pero algo falta de contundencia y canciones efectistas hechas para agradar con facilidad, son dos caras de la misma moneda en Random.
La ambivalencia entre buenas canciones pero ejecución a medias es lo que transcurre a lo largo de las diez canciones de esta nueva fase de García. Cortes bien interesantes como Spector, Lluvia o Primavera demuestran que el genio creador está intacto, y que incluso su mordaz y crítica visión tiene mucho por ofrecer todavía. Donde realmente flaquea Random es en el aspecto de la producción, con una mezcla que peca de moderna con los errores ya usuales de la digitalización. Claramente, Charly no está hecho para que su música tenga el rudo tratamiento de compresión propia de esta era en la que todo se piensa para el mp3. Este redactor piensa que si el músico tuviera los hilos de la producción en sus manos, otro hubiera sido el resultado de un sonido que licuó lo mejor de su arte. Sino escuchen lo saturado de su voz no bien inicia el disco.
Charly tenía un complejo desafío en su retorno a las bateas, impuesto por las opiniones externas más que por sí mismo, como lo demuestra en este disco en donde está a sus anchas, cómodo en su estilo propio y reconfortado en el apoyo del clan Ortega. La confianza de que su instinto rockero no fallaría ha funcionado una vez más, pero a costa del nervio que hizo más interesantes sus trabajos previos. ¿Podemos hablar de un Charly García en zona de comfort? Es posible, pero teniendo en cuenta que Charly siempre hizo lo que le dio la gana musicalmente, desafiando sus propias visiones de la música, nunca lo estuvo, o bien por el contrario, siempre estuvo ahí. Es entonces otra etapa de García, una faceta que se comienza a revelar con Random, en donde podemos disfrutarla sin esfuerzo alguno, pero sin dejar de pedirle que afine el lápiz.
Puntaje: 7