Cuando te das cuenta de que la escena metalera independiente tiene la energía y la convicción de hacer que las cosas sucedan, contemplas que aún falta mucho para verla completamente establecida, pero ver a un puñado de bandas entregarlo todo sobre el escenario, en un festival con miras a competir con los mejores de nuestro país, o que por lo menos así se percibe, mientras los medios de comunicación ingresan por el retén de seguridad de la entrada de Bajo Circuito. ¿Qué puedes esperar?
Son las 4 de la tarde, el recinto está tan tranquilo como aquella frase que habla de la calma antes de la tormenta. Fotógrafos y reporteros están a la expectativa en medio de la oscuridad del lugar y de qué es lo que sucederá en el K-Fest. Dan las 5; siempre es muy difícil ser la primer banda en abrir un escenario. Los chicos de Endless tienen la nada fácil tarea de iniciar las hostilidades.
Fer, Gio, Romo y Power tomaron el escenario de una manera sencilla y concreta. Encantaron con su Metal Instrumental a todos los que madrugaron para llegar al festival. Con las influencias progresivas y de Sludge en la ejecución de Endless, no podíamos pedir un inicio mejor. Corto pero bonito, ya habían generado los primeros headbangings de la tarde.
El staff, que en su mayoría son los mismos miembros de las bandas; corren por instrumentos, a conectar micrófonos, y arreglar el sonido lo mejor que se pueda, pareciera que la acústica del lugar no está lista para la amplia gama y jornada que ofrece el K-Fest. XII XIII toma el escenario y sube los decibeles y la intensidad de un público que no deja de arribar a Bajo Circuito.
XII XIII da la primer sorpresa de la tarde, presentando a su nuevo baterista. Luis Rentería, también conocido por ser quien lleva la rítmica en Kaizan, los headliners de la noche. La presentación de XII XIII resulta ser un shock auditivo, lleno de una brutalidad tal que, el resultado es como recibir un golpe en medio de la oscuridad, de esos que te llenan de energía.
Burn to Emerge son los siguientes en musicalizar el día. Su entrada simbolizó todo lo que representa un buen show de Metalcore. Mientras algunos de sus miembros ya sonorizaban, los demás fueron entrando poco a poco, verlos calentar justo antes de entrar al escenario con saltos y uno que otro estirón de brazos fue necesario. Intenso, ensordecedor y lleno de emoción. Una banda joven que dará mucho de qué hablar si continúan con esa entrega sobre el escenario.
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Pasan de las 7 de la tarde, o por lo menos es lo que parece, dentro de Bajo Circuito todo es sombras y destellos de los reflectores. Driven, una de las bandas consentidas del festival está a punto de ejecutar uno de los shows más impresionantes de la noche. Isra, Daybeat, Tavo, Stu y Mireya deleitaron a un nutrido grupo de fans que se dio cita para verlos específicamente a ellos. La experiencia musical de la banda, así como la esencia del Girl Power hicieron que Driven fuera uno de los mejores shows del festival.
Ya hace sed, hambre; es momento de recuperar energías ya que, apenas vamos a la mitad de la primer edición del K-Fest. La promoción de cerveza y mezcal es muy atractiva, pero hoy viene la jefa y recalca que estamos trabajando. Ni modo. Viene otra de las presentaciones que vale mucho la pena ver y seguir.
Koltdown, saltó a la tarima con toda esa energía que los caracteriza. Pesado y bien ejecutado, con ningún tipo de titubeo al momento de destrozar tímpanos y promocionar su nuevo disco, Risin. No por nada el grupo que encabeza Atreyu es uno de los referentes de la escena metalera mexicana independiente, y que de paso le ha abierto a Metallica en el Palacio de los Deportes.
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No compramos mezcal, pero sí una cerveza, el calor empezaba a sofocar dentro del lugar que, ya estaba significativamente lleno a esas alturas del partido. Excellion continuó con la distorsión, tal vez bajó las revoluciones que los antecesores ya habían impuesto, pero la calidad armónica de su proyecto se impuso sobre esto y que también deleitó mucho a ese grupo de fans que los vitorearon por todo su show. Propuesta musical que bien vale la pena seguir.
Ya está entrada la noche, su servibar y la jefa tuvieron que salir por algunos minutos a recibir un poco de aire fresco. El K-Fest demanda tanta energía como un Vive Latino o el KnotFest. Uno de los consentidos de la escena está ya sobre el escenario al momento de regresar a las entrañas de Bajo Circuito. Peech, Yoab y Baliz de Larva ya están a nada de soltar ese mar de emociones que resulta su show.
El nivel musical de Larva, así como su performance es uno de los más profesionales en la escena mexicana. No por nada cuentan con más de 10 años de carrera, de brutalizar e impresionar en todos los escenarios que se han presentado, siempre creando conciencia por la lucha del vegetarianismo, y la lucha de géneros. Dejan boquiabiertos a todos los presentes, Definitivamente está en el Top 3 de presentaciones del K-Fest. Influye también que hicieron uso de Prouzak y Yosh de Kaizan en una canción, pero eso es aparte.
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Las hostilidades continúan, Larva dejó un hueso duro de roer sobre el escenario, pero los chicos de Nimfalic, sin lugar a dudas tienen las habilidades para lidiar con eso -por algo siempre aplican su kame hame ha-. La presentación de Tavo y compañía resultó en una de las mas vitoreadas por el público. Ruidoso y poderoso, es el resumen de su sonido; sin embargo, todo el descontrol que generaron, hicieron de su presentación una de las más memorables de ese fin de semana.
Un slam de chicas, que de hecho se repitió un par de veces más al ver la negativa de la mayoría de los machos presentes para hacer un mosh pit más grande; un pequeño popurrí con ritmos Ska; así como recalcar la calidad del Metal mexicano a nivel mundial y, generar el clásico Oe Oe Kaizan; fueron las acciones por las que Nimfalic llevó al K-Fest al extremo, justo antes de la recta final.
Mientras todo es un ir y venir tanto dentro y fuera de Bajo Circuito, los veteranos de Muluc Pax aparecieron sorpresivamente sobre el escenario con unas máscaras de calavera dignas de escenificar su género; Metal Prehispánico. Pequeños leds iluminaban las entrañas de éstas, toque que les agregaba misticismo a todos sus integrantes.
Si eres metalero mexicano y nunca has visto a Muluc Pax en vivo, tienes un enorme hueco en tu acervo musical. Esta banda, por años ha destrozado escenarios en toda la república, su sonido y performance es inconfundible, y en el K-Fest, dieron una cátedra de Metal puramente mexicano. Se nota mucho, la calidad y nivel de estos pioneros de la escena independiente. Nos dejan a todos sordos, molidos, justo a tiempo para los anfitriones de la noche.
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Los estragos de una noche calurosa ya comenzaban a doblegar a su servibar, ir por otra cerveza fue la opción y así, recobrar energías para el acto final del evento, el primero de su naturaleza.
El escenario parece un hormiguero por tanto movimiento, se colocan tres tarimas extras al frente del escenario, dos pantallas led en medio mientras la enorme manta de Kaizan al fondo se asoma ya como el presagio de algo único. Mientras Yosh, Luis, Rob, Prouzak y Alan ecualizan, quieren un show impecable.
El momento decisivo por fin llegó, no cabe nadie más dentro de Bajo Circuito. Las luces del lugar se esfuman, los Kaizan hacen una entrada poderosa y llena de espiritualidad.
“¡Nosotros somos Kaizan!”, grita Alan al mismo tiempo que pide que todos se vuelvan completamente locos. El público obedece. El lugar es un pandemonio.
Llenas de energía y espiritualidad, las cuerda de las guitarras de Prouzak y Yosh cimbran hasta los cimientos debajo del puente de Circuito Interior. El poder del bajo de Rob, no deja de estremecer los tímpanos de todos los presentes; así como Luis no para de acelerar y de pronto detener el ritmo frenético de toda la presentación de Kaizan. Los guturales de Alan no dejan de incitar a saltar, cantar y gritar a todos por igual. El K-Fest, dejó de ser un sueño, para convertirse en una realidad.
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Mientras su servibar evita ser atropellado por el frenesí de los fans from hell de la banda, puede darse cuenta de que, la unión de la escena independiente de Metal Mexicano es posible, es algo palpable y, aunque aún falte mucho para ver su consolidación, eventos como el K-Fest, a cargo de una banda relativamente joven; nos hacen ver que no hay limitantes para hacer que esto suceda.
No hubo ni un solo grupo que no se entregara sobre el escenario. Nadie dejó de cantar y tocar con una intensidad tal que pareciera que tocaban en el mismo Foro Sol o algún escenario más grande. Eso es lo que más se agradece, el profesionalismo de cada uno de los músicos, esa es la esencia del K-Fest, el primero de muchos.
Kaizan cierra su propio festival exitosamente. En medio de aplausos se retiran a descansar unos minutos, hay que regresar y retirar todo del escenario. Instrumentos, pantallas, tarimas, micrófonos y enrollar cables. Es parte de la chamba de las bandas en vías de consagración. Los demás grupos ya están retirando todo su equipo del backstage.
Oficialmente el K-Fest había cerrado con broche de oro y, para consagrar, era momento de brindar con un par de cervezas, era temprano y, la siguiente misión del staff de El Club del Rock era averiguar dónde, para después colarse al after, pero esa ya es otra historia…