Reflexiones de un “CARETA” que despide el 2018

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Tampoco vengo en plan de Zaratustra… 

No simbolizo el arquetipo verdadero de la moral y mucho menos un ejemplo entre el bien y el mal. No soy así. No es momento de sentirse nostálgico ni “reproducir canciones tristes para sentirse mejor”, como diría el buen Gustavo. Pasa que a veces es plausible expulsar lo sombrío porque deja de ser gracioso e interesante luego de un breve lapso de tiempo. Libre de escoger y abrazar los valores que me encargué de defenestrar y burlar cada vez que pude. Y si para eso debo considerarme ‘careta’, pues sí, lo fui, hasta hoy. ¿De qué vale confesarse si no se está arrepentido?, no hay mayor muestra que describirse en un título. No quiero aspirar un futuro sin exhalar el presente, no quiero mostrarme evidente ante gente que ahora considero inerte. Las amistades que perdí, las amistades que gané, de las que me alejé y a las que me acerqué.

Así de “cabrón” fue el 2018… Es la vida misma.

Jamás una canción me había puesto tan contento, salvo por “Don’t Stop Me Now”. Escucho “Cabron” de Red Hot Chili Peppers y me siento realmente bien, estoy bien. La guitarra, el contrabajo, la letra, su simpleza, es tan perfecta y noble; la llevo escuchando todo el día y hago un repaso mental de mi año. Llego a la conclusión de que todo es agotador… incluso el rencor. Hallo la analogía perfecta de mi 2018 con la canción mencionada líneas arriba; encontré alegría y esperanza en el lugar donde menos busqué y que subestimé, desperdicié un año en su encarnizada búsqueda y siempre la tuve al alcance.

El año con peor réditos económicos fue el que mayor ganancia espiritual me dejó. Muy a mi pesar; sé lo que puedo hacer y lo que, aunque quiero, no puedo. La vida es así, una mierda sin desperdicio. Entendí que no solo era un problema mío, todos quieren sentirse importantes pero a la misma vez dedican la mitad de su vida a actividades banales. La libertad es cara y tenía 2 opciones; cuidarla y gozarla o perderla y en un par de años comprarla. Hice la fácil y paralelamente concebí las siguientes realidades:

Me di cuenta que mis placeres son mucho más baratos de lo que creía

Me di cuenta que para escribir bien, primero debo vivir mal

Me di cuenta que el sufrimiento a veces rehabilita

Me di cuenta que evito ir al cielo porque toda la gente que aprecio irá al infierno

Me di cuenta que no quiero estar solo aunque siempre lo deseo

Me di cuenta que no muere quien se va, muere quien se olvida

Me di cuenta que la honestidad no es una cuestión de género, sino de identidad

Me di cuenta que reconocer la deuda, es pagar la mitad de lo que se debe

Me di cuenta que nadie cambia, solo descansa

Me di cuenta que necesito volver a tener una banda…

Descubrí que el sentido común es el menos común de los sentidos, la mayoría carece de empatía y  vive una realidad alterada. Confiaba al máximo en la palabra, pero cuando todas las palabras habían llegado a su final, extrañé las advertencias. Me he cansado de aprender de los errores en este año, no sé si me alcance la vida para demostrar tanta sabiduría conseguida a costa de tantos yerros.

Espero que el 2019 no sea tan “Cabrón” y si lo es… que al menos tenga una melodía tan noble y perfecta como la canción.

*Dale play… si no lo sientes, no lo entiendes.

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